Las 24 citas y pensamientos sobre el hambre. Si está buscando un proverbio, consulte nuestros mejores proverbios hambrientos:
Es mucho menos importante enriquecer una nación que alimentarla. Es la subsistencia lo que necesita, y no la abundancia de monedas finas. Cambia, si puedes, la arena del campo en oro purísimo: pero el oro no se cambia en alimento; no salva de la muerte al desgraciado hambriento. El pueblo puede mantenerse para siempre sin dinero; pero, sin los frutos de la tierra, no puede vivir un solo día.
No confundas al hambriento con el sedicioso, el hambre no conspira.
Los jóvenes enamorados son como los hambrientos: las preparaciones de la cocinera no los sacian. Piensan demasiado en el resultado para entender los medios.
Los hambrientos tienen verdaderos amigos, encuentran en ellos no sólo tolerancia, sino favor y respeto. Este siglo, por corrupto que sea en tantos puntos, honores y respetos, hay que decirlo en su elogio, los que se dedican a mejorar la suerte del pueblo y buscan aligerar el yugo que pesa sobre la cabeza de los desolados hijos de Adán.
El estómago lleno no dice una palabra; barriga hambrienta braille.
El vientre hambriento tiene una mano ancha.
El que alimenta al hambriento consuela su propia alma: así habla la sabiduría.
El hombre hambriento no tiene entrañas.
Un perro hambriento desafía un disparo por un trozo de pan.
No hay miedo que detenga a un pueblo hambriento.
Tengo hambre de ternura y amor.
Los hambrientos creen ver el rostro de Dios en el pan que se les ofrece.
Un amor hambriento no se alimenta de sermones.
El glotón es menos un hombre hambriento que un hombre que tiene miedo de tener hambre.
El vientre hambriento no tiene orejas.
Hungry Belly no tiene oídos, pero tiene una nariz increíble.
Cuando se ama, un vientre hambriento no tiene hambre.
La gente hambrienta no escucha razones.
El que come delante de un hambriento sin compartir no es hombre.
Discute contra el hambriento, te comerá como única respuesta.
Lo amargo es dulce en la boca del hambriento.
Cuando Jesucristo dijo: «¡Bienaventurados los hambrientos, porque ellos serán saciados!» Jesucristo hace un cálculo de probabilidades.
El vientre hambriento lo toma todo de buena gana.
Un pueblo hambriento de matanzas quiere hacer cómplice de su furor a un Dios misericordioso.