Los 57 pensamientos y citas sobre el tema: Autoestima.
Escudriña los corazones de los amantes y normalmente encontrarás tanto amor propio como amor.
La autoestima es el enemigo mortal del amor.
La autoestima siempre se muestra temeraria, sin fuerzas y sin medios, cree que todo lo puede.
La autoestima es una víbora dormida sobre la que nunca es seguro pisar, a menos que sea aplastada de un golpe.
El amor propio satisfecho es siempre tierno, el orgullo mismo tiene su ternura.
El amor propio es más que amor propio, es amor por todo lo que haces.
Las susceptibilidades son las indiscreciones de un amor propio que se convierte en vanidad.
La autoestima es tan natural en el hombre que no hay tonto que no pueda ser modesto.
El amor propio es solo un adulador al que le gusta admirarse en un espejo.
El amor propio entra en la composición de todos nuestros sentimientos. Es como el fuego que vive en todas partes, incluso en las sustancias más frías.
El amor propio es un consejero tonto que te hace creer que sabes más que los demás.
La autoestima prefiere los insultos al olvido y al silencio, le gusta que hablen de ella.
Hay que tener autoestima, el que no la tiene es un pie plano.
La autoestima no elige entre el orgullo y la vanidad, se viste a su medida.
El amor propio hace que las mujeres cometan más locuras que el amor mismo.
La autoestima es el orgullo aplicado a las pequeñas cosas que se ven.
El amor propio es el primero de los amores, y el único que no provoca volubilidad.
La autoestima es mil veces más irritable y más ardiente de venganza que de amor.
Amor propio y orgullo, grilletes del corazón, manantiales y levadura del espíritu.
El amor propio sólo conoce el objeto que ama, desprecia a todos los demás, y los sacrificaría a todos por sí solo: podría llamarse el vicio de los vicios.
El amor propio es el microscopio que magnifica nuestras propias virtudes y los defectos de los demás ante nuestros ojos.
Si la conciencia nos recuerda nuestro deber, el amor propio nos habla sobre todo de nuestro mérito.
El amor propio es a menudo sólo la antesala del orgullo.
La autoestima es el más terrible y peligroso de nuestros enemigos.
La autoestima es el punto de honor del ego.
La autoestima, tan sensible por sí misma, casi nunca adivina la susceptibilidad de los demás.
El amor propio es la aversión a todo fracaso, el horror a toda humillación.
El amor propio es la forma raspadora del egoísmo, subordina el mundo a sí mismo.
El amor propio ha encontrado en el pudor, que huye de los elogios, el medio más seguro de provocarlo.
La autoestima es el único adulador que les queda a los ministros caídos en desgracia.